domingo, 1 de junio de 2008

Destino

Dodds, en su artículo "On misunderstandig Oedipus Rex" (Malinterpretando el Edipo Rey), nos habla de que ha habido demasiadas proyecciones de visiones extemporáneas al mundo de la tragedia. Muy frecuentemente se ha leído el Edipo Rey como “determinación versus libertad”, es decir, Edipo es, a partir de entonces, el paradigma del hombre que no puede escapar a su destino. Leandro Pinkler, en su artículo “El Edipo rey de Sófocles”, nos dice, al respecto, lo siguiente:

“Resulta anacrónica la oposición libertad-destino en época clásica, si bien es habitual en nuestras asociaciones, pues no podemos pensar en el destino sin oponerlo a la libertad. En realidad, históricamente esta oposición es netamente cristiana, y puede hallarse anticipos de esta concepción en el estoicismo, pero nunca en época clásica o anteriormente. En efecto, en época helenística, en la que se desarrolla el estoicismo, la palabra habitual para "destino" es heimarméne, verbo meíromani, del mismo tema radical de moira ("parte repartida"). Resulta esencial señalar que entre las diferencias entre la weltanschauung moderna y la antigua, la concepción del destino es seguramente la más significativa. Pues para el hombre del mundo clásico, arcaico u homérico, ésta resulta ser una categoría omnipresente, para la cual disponían de varios términos; y se hallaba continuamente en la vivencia cotidiana con el sentido fundamental de "la posición de un orden divino del mundo", o bien "el carácter numinoso de la realidad". En principio, ocurre algo semejante a lo que se da con el término "religión", para el que los griegos no tenían un solo equivalente sino varias palabras, con distintos matices. Y como nosotros damos cuenta de la noción destinal por un solo término -las palabras "fortuna" o "azar" no tienen ya un carácter numinoso- las diferencias se pierden. Así atestiguamos que en el griego clásico existe un importante grupo de palabras para cubrir la semántica del destino: si partimos de las tres más importantes-moíra, tyche anánke-, es para advertir que está constatado en usos textuales que donde aparece una no cabe el uso semántica de otra. Las tres aparecen, y varias veces, en el Edipo Rey, en distintas acepciones por supuesto, pero generalmente han sido traducidas por "destino" y sus equivalencias en otras lenguas modernas. Moira se relaciona etimológicamente, como habíamos indicado con su equivalente helenístico heimarméne, pero si bien en ambas está la idea de "parte", la diferencia reside en el hecho de que heimarméne es un participio perfecto pasivo con la idea de algo ya previamente repartido, cuyo resultado es la determinación en que se halla el hombre, idea helenística, anticipo de la oposición con la noción de "libertad". Por el contrario, moira para el hombre clásico -o de épocas anteriores- significa pura y simplemente "parte", digamos "lo que te tocó". La moira es las circunstancias peculiares de cada existencia, éstas no se entienden como opuestas a la libertad, sino como un hecho concreto de la existencia que hay que afrontar. Anánke, muchas veces con la traducción de "necesidad". Existe la arcaica concepción acerca de que "contra Anánke ni los dioses luchan", escrita con mayúscula para señalar su carácter de potencia animada, numinosa, Se trata de lo que es de una manera y no puede ser de otra, pero como fundante de todo; de que todo, en cierto sentido, es de una manera y no puede ser de otra. Esta palabra da cuenta de todo lo que no está producido por nuestra voluntad, pero a gran escala, como una voluntad del mundo, de la realidad. No se presenta como una totalidad armónica al ser humano, sino con cierta violencia. Se la ha analogizado con "el estado de yecto" heideggeriano, o "el principio de realidad" freudiano. Tyche que es la palabra que se ha tomado como más ejemplar, generalmente, de la idea de destino, es mucho más equivalente a "fortuna". Ahora bien, si se piensa en el sentido de "destino = determinación, opuesto a libertad", el malentendido es enorme, pues tyche significa más bien la total indeterminación, el hecho de que a cada cual le puede pasar cualquier cosa. Se dice "Tyche se complace con los variados cambios". Mientras está uno vivo, está sometido a los posibles avatares, lo que se asocia con el final del Edipo Rey, en donde se afirma que de un hombre sólo se puede decir que es feliz después que ha muerto. Justamente, en esa parte final del texto se dice: "He aquí a Edipo, el que solucionó los famosos enigmas y fue hombre poderosísimo, al que los ciudadanos miraban con envidia por su destino". Y en el texto griego la palabra utilizada es tychas -un plural de acusativo- para dar cuenta de que son envidiables los cambios de fortuna de Edipo, pero ahora horrorosos“.

Entonces, el llamado determinismo de la tragedia, es, quizá, un mal entendido, la cuestión es harto más compleja, el destino es una combinatoria de una Ley inquebrantable (anánke), las circunstancias particulares de cada vida (moira) y la suerte, el azar (týche). Lo que se propone Buscado es trabajar con todas estas valencias y repartir signos que den cuenta de cada una. El resultado es una posibilidad múltiple, abierta, que es para mí una visión inquietante si lo que se está leyendo es tragedia. Acentuar sus aberturas y no sus cierres como tantas veces se ha hecho, y crear un juego propio, moderno si la modernidad es la posibilidad de abrir líneas indefinidamente y de quedar, sin embargo, atrapado en una red (valdría apoyarse en Deleuze y en Foucault respectivamente, para seguir este pensamiento).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

uaw... aquí dice tantas cosas que no entiendo.

entinedo a Cesar Vallejo (eso si) desde un lugar diferente en "Piedra negra sobre una piedra blanca"... como si el mismo fuera hacedor de lo inevitable en su camino.

mis saludos.

Pol Capillas dijo...

Y? Cuando estrenás?
besos
p

Anónimo dijo...

Mediados de Agosto Pol... quizá septiembre...