domingo, 24 de mayo de 2009

Clarín - Suplemento Sí

Entrevista a Agustina Gatto

Por Ivanna Barbagallo

"Separada de la realidad, con elementos intencionadamente oníricos, la obra es una búsqueda subjetiva del personaje, como en un sueño. El recorrido es circular: en el fondo está el reencuentro con uno mismo. Así, la obra es consagrada tal como aquello que quiere transmitir: una pequeña odisea."

jueves, 14 de mayo de 2009

Dijo Gabriel peralta en Crítica Teatral


La autora y directora Agustina Gatto mueve los personajes de su obra Buscado por un inquietante devenir cuyo impulso motor es la búsqueda de la identidad a través del vínculo.
La obra es difícil de asir, y no porque su argumento se vuelva intricado o hermético, sino que la simpleza de su enunciado encierra el vasto y siempre complicado universo de las relaciones humanas.
Gatto propone borrar los límites temporales y vinculares para instalar la incertidumbre provocando profundos quiebres en una historia de desencuentros generacionales. Los personajes son atravesados por un pasado doloroso, edificado por desgarramientos y abandonos, y les une la imposibilidad de poder verbalizar su amor. Todos son tocados por una parte de la historia y sus reacciones se darán según rol que les toque transitar en esa instancia de la vida.
El interesante planteamiento espacial de Anabella Gatto pone como limite de un piso negro a un gran panel blanco, aparentemente impersonal, pero que enmascarará entradas y salidas de personajes, contendrá en si mismo elementos escenograficos y será la pantalla donde se proyectarán imágenes. Pero, y he aquí un detalle para observar, el diseño integra al espacio una suerte de lugar intimo en el cual las voces de los personajes tendrán otra resonancias, y en donde sus costados ocultos aparecerán en plenitud.
El diseño de luces de Leo D´Aiuto es crudo por momentos y en otros logra climas de extrañamiento (pongo como ejemplo la escena del baile). El vestuario de Mercedes Arturo es fundamental en cuanto al juego de yuxtaposición generacional.
Los videos dirigidos por Lucas Villegas son de una estupenda calidad y definición, respetado puntillosamente los códigos de cada uno de los formatos que abarca.
Pero es en las actuaciones en donde la obra gana en tensión porque los actores, con sus personales matices, muestran estupendamente los virajes que la vida les propone a los personajes y que los coloca en situaciones cuya resolución los lleva a un nuevo interrogante.
Los muy buenos trabajos de Germán De Silva, Oscar Núñez, Silvia Giusto y Julián Larquier permiten ver como se profundiza el sinsentido de la vida.
Buscado provoca con su trama la posibilidad de abrir muchas ramificaciones. Porque cuando termina la obra comienzan los interrogantes.

Gabriel Peralta

Análisis de Ignacio Apolo sobre BUSCADO


Pongo aquí lo que me resultó más interesante de este análisis .



Sobre BUSCADO, de Agustina Gatto


El viernes fui a ver BUSCADO, de Agustina Gatto, a El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034 (4863-2848)


Telémaco invertido
Sostiene Joseph Campbell[1] que aquella orden de la diosa Atenea al joven Telémaco, –hijo de Ulises, rey de Ítaca, quien no ha regresado aún de la guerra de Troya–, condensa los sentidos de los ritos de iniciación de las sociedades tribales y, por supuesto, el sentido profundo, mitológico, del pensamiento de nuestra cultura sobre el periplo de sus héroes. Y, por si fuera poco, modela la forma arquetípica del crítico tránsito de la inmadurez psicológica a la posición adulto responsable.


Y la orden era: “ve a buscar a tu padre”.


El adulto irresponsable (Síntesis argumental)
En la breve obra Buscado, de Agustina Gatto, un extraviado Padre-en-Blanco-y-Negro, mítico padre de identidad desconocida, busca con desesperanza al hijo que ha partido –por voluntad propia, en cumplimiento de todo pacto preexistente–, y lo busca alrededor del mundo, que es sintético: tres megápolis arquetípicas (DF, NY, Tokio), desmesuradas ciudades que, en la íntima blancura de sus interiores[2], son la misma.


Sobre las generaciones y las claves del mundo actual
En la primera escena, el hijo adolescente, grandote y débil, desgarbado, ofuscado, cansino, ya ido, ya enfrentado a su padre, ya partido, se niega a darle al menos su remera –como recuerdo de un recuerdo– al padre que tanto lo ha buscado y tanto lo ha perdido. El padre lo apunta con una pistola (escena notable) y le grita “Soy tu padre y te estoy pidiendo algo de la mejor manera que puedo”.


Retomemos: un padre impotente cuyo hijo, como todos, ya se ha ido, lo apunta con una pistola para pedirle que le deje un recuerdo. El mismo padre que finalmente le dirá: “yo también te detesto”.


La obra entera, sus decorados monocromáticos, sus referencias simbólicas, su lenguaje, sus territorio, los antecedentes de su autora y directora –la Ifigenia En que precede esta realización, la formación en psicoanálisis y filosofía antigua, la Máquina Hamlet que lo preside todo– invitan a la lectura en clave mitológica y generacional. Sus personajes están despojados de construcción biográfica (excepto la “Mujercita del clarinete”, que en su monólogo obligado construye una versión de biografía personal –no hay obra de esta generación sin al menos un monólogo obligado–), y su sistema de referencias de identificación interna está sometido a un constante desplazamiento: los mismos cubículos son Tokio, DF, New York, el mismo pianista es y no es él mismo en cada ciudad, la camisa de póker se espeja, el clarinete invisible se desplaza, las largas piernas de la única mujer están en todos lados y por lo tanto en ninguno[3]. La obra reclama para sí, por lo tanto, ya no la semiosis sino la simbolización. Cercana a la alegoría, la obra del Padre que busca al Hijo que no quiere ser Buscado, o quiere ser Buscado eternamente y por lo tanto corre delante, es una obra sobre el Padre, sobre El Hijo, y sobre las generaciones del mito y la actualidad.


El escapista
“En estas historias al héroe le sucede la aventura para la que estaba preparado”, dice Campbell, “la aventura es una manifestación simbólica de su carácter”. Atenea le ordena a Telémaco (El Hijo) que salga en busca de su Padre, que resista, que luche, que sea valiente de tal modo que su propia descendencia se honre de sí. El mito se interpreta como ritual de iniciación: una muerte (del niño) y una resurrección (el ingreso al mundo adulto). Se trata del arquetipo del crecimiento –del valor de la responsabilidad y de la seguridad en sí mismo–, tema básico y universal de periplo del héroe. La inversión que expone Buscado en todos sus signos implica, entonces, el desamparo persistente de la inmadurez; sus grandes figuras hablan de un mundo cuyos mitos son los mismos, pero sus héroes no han vencido. La serpiente se muerde la cola y el padre persigue al hijo hasta la desolación.


El cubo transparente, la cabina-confesionario, es también la cuba de agua donde se sumergían los escapistas encadenados, desde Houdini hasta el Tu-Sam que sumerge Leonardo, el hijo que es el padre.


[1] Fundamentalmente en El héroe de las mil caras: psicoanálisis del mito. Madrid: Fondo de Cultura Económica, 2005, pero también en el muy buen libro de divulgación que recopila las entrevistas que Bill Moyers le hiciera a Campbell al final de su vida: El poder del mito. Barcelona: Publicaciones y Ediciones Salamandra, 1991.
[2] Discrepo con la síntesis de la gacetilla de difusión de la obra que puede leerse en http://www.buscado.blogspot.com/: Telémaco no es buscado “por las calles de Tokyo, México DF y New York”, sólo en sus interiores. Lo exterior, el exterior de ese interior que está por fuera de la cubeta transparente, es una amplia explanada de cielo despejado en este margen de nuestro río de una orilla.
[3] O, en palabras de un Dios isabelino “que como yo eres muchos y nadie” (JLB).

domingo, 10 de mayo de 2009

Buscado, a new play by Agustina Gatto

The Argentimes.
Isla Binnie






Photo by Kate Stanworth



This is only Agustina Gatto’s second play, so the fact that the small theatre is packed on the opening night seems slightly surprising. It is clear from the first scene of this short drama of chase, however, that she has found her feet as playwright and director already.

The venue is small and the set starkly minimalist: a bare black stage, white screen at the back and a transparent box, similar in dimensions to a telephone box, standing to the right. This all contributes to a feeling of closeness to the action. The first words are spoken from inside the harshly lit glass box and resound jarringly, only returning to normal pitch and tone when the actor emerges onto the main stage. The initial action is fraught with tension, within the first scene we have witnessed a man persuade his estranged son to give him the shirt off his back by threatening him with a gun.

The setting changes to a bar, subtly expressed by the addition of a table and chairs which pulls out from the back wall, a piano and two glasses of whisky. A grey-haired man plays gentle music on the piano. The inhabitants of this bar are all seeking someone or trying to escape something and the man at the piano says that from here there is no exit. The protagonist, ‘the man’, played by Germán de Silva is looking for the son with whom we saw him fight in the opening scene, the man at the piano (Oscar Núñez) plays ‘Niño Viejo’, a tune for his own lost son which drives the first man into a frustrated rage. The lady with the clarinet abandoned her own child.

Photo by Kate Stanworth

The action is punctuated by a TV advert projected onto the back wall, starring the son from the first scene, advertising shoes which help you run and never get caught. The enthusiastic voiceover declares that the young always feel chased and the old always run after them. This motif is echoed and complicated later when another video shows the protagonist arriving too late into shot to catch the piano man, only to be joined later by the son he previously sought. The “glass box” which previously served as a phone box, is converted into a place of introspection and baring souls.

Gatto’s play suggests the circularity of family relationships and the simultaneity of time, insinuating that no one can ever really escape from anything as past, present and future inexorably seek you out, although without relieving an intense loneliness. The piece is short and absorbing, the pace sufficiently fast and the acting convincing. The full potential of the small venue is exploited and I will have the ‘Niño Viejo’ tune buzzing around my head for days.


‘Buscando’ shows at El Portón de Sánchez, Sánchez de Bustamante 1034, Fridays at 9pm. The play is in Spanish. $25 standard ticket, $15 for students and the retired. Call to reserve tickets on 4863 2848. More information at www.buscado.blogspot.com.