domingo, 5 de julio de 2009

Dijo La Nación

Buscar al otro, en un mundo desintegrado

Un sólido texto de Agustina Gatto

Calificación LA NACION: Muy buena.

Buscado. Texto y dirección: Agustina Gatto. Intérpretes: Germán De Silva, Oscar Núñez, Silvia Giusto, Julián Larquier. Diseño espacial: Anabella Gatto. Diseño de vestuario: Mercedes Arturo. Diseño de iluminación: Leo D´Aiuto. Música original: Nicolás Falcoff. Diseño y realización de sonido: Matías Gutiérrez, Guido Deniro. Dirección video: Lucas Villegas. Coreografías: Silvia Giusto. Entrenamiento físico: Lucas Cánepa. Asistencia de dirección: Juan Laxagueborde. En El Portón de Sánchez (Sánchez de Bustamante 1034). Funciones: viernes, a las 21. Duración: 60 minutos.
Nuestra opinión: muy buena

Un padre busca a su hijo y lo hace siguiendo un derrotero que lo lleva a instalarse en Nueva York, México y Tokio. Entre un destino y otro algo de la conducta de los personajes irá desentrañándose. Pero no hay en eso una intensión de mostrar, de forma completa, alguna de las personalidades que se ponen en juego en este viaje. Por el contrario, la autora Agustina Gatto busca exponer como en esa búsqueda lo personal parece desintegrarse y, mientras el objeto ansiado se distancia, asoman otros seres que quieren integrarse a nuestro mundo y hasta parecen proyecciones nuestras o, en todo caso, resultan inquietos seres con problemáticas similares que nos confrontan.

Ruptura

En la escena, los cuatro personajes se relacionan desde una tensión muy particular, que nunca llevará el drama al extremo; más bien, la directora prefiere que sus criaturas se sostengan como meros despojos que, de manera fragmentada, irán cumpliendo con el ritual de personalizarse siempre y cuando el otro se lo proponga, lo acompañe en ese proceso de ser.

Un elenco muy homogéneo -Germán De Silva, Oscar Núñez, Silvia Giusto, Julián Larquier- , da vida a estos cuatro seres casi vacíos de intencionalidad para quienes vivir es dejarse estar, repetir rutinas; mientras buscan, buscan? es cierto, pero no algo mayor y potente, sino a ellos mismos en un mundo donde la soledad, el destierro y la ruptura del núcleo familiar son moneda corriente.

Una imagen muy acabada, en la que se combinan un muy buen diseño espacial, un intenso diseño de luces y potentes imágenes de video, aportarán un fuerte contraste a la vida de estos hombres y esa mujer que, en el centro de ese ámbito bello, resultan más patéticos.

Carlos Pacheco

jueves, 2 de julio de 2009

Revista Siamesa


Por Ignacio Santillana


En el programa se lee: Un hombre busca a su hijo por las calles de Tokyo, México D. F. y New York. Listo, nos ahorramos un paso. Ese es el esqueleto de Buscado. Pero una obra no es sólo eso, es, sobre todo, la forma en que se cuenta la historia. Para eso, Agustina Gatto, se vale de tres planos espacio-temporales: una caja de vidrio, tres ciudades (New York, Tokio y México DF) y un video.
Da la sensación de que los personajes acceden a la caja de vidrio para Ser. Ese en ese lugar en dónde pueden despojarse y hablar, cantar, gritar, o hacer un truco de magia.
Las ciudades son los lugares de búsqueda, de esta forma, conforman el lugar del fracaso y la sorpresa, de la ira y el amor; es en donde se juega el rol de buscador y buscado.
El video, una suerte de no lugar, está destinado a colaborar con el entendimiento de la obra, y es ahí en dónde ésta se agranda y encuentra su hilo.
En Buscado hay cuatro personajes: principalmente un buscador, un buscado y un escapista, todos ellos partes de una misma genealogía, más una clarinetista que oficia de contrapunto (mientras ellos se buscan, ella se pierde, como la música, como el baile). Al mismo tiempo, el buscador es buscado, el buscado es escapista y el escapista es buscador: “Cuando se sienten perseguidos son jóvenes, cuando persiguen son viejos”. Si existe uno, existe el otro y viceversa. No hay posibilidad fuera de este binomio. Lo que buscan es a sí mismos, es reconocerse en ese sujeto de búsqueda. Buscan, por sobre todo, la aceptación.
La escenografía colabora perfectamente para que Buscado sea una obra atractiva visualmente. No remite a nada conocido, Agustina Gatto juega con el espacio-tiempo en el texto y lo traduce a la escena, creando así un lugar nuevo, que puede ser cualquiera y a la vez ninguno, pero sí, un lugar de experimentación y búsqueda.